En mi entrada anterior publiqué el retrato de Carmelina y conté un fragmento de su hermosa historia. Quienes no conozcan mi trabajo, se preguntarán si se trata de gemelas. No es así. La verdad es que en todas mis fotografías de la serie Seres Dobles el retratado aparece dos veces. (Sí, uso bastante Photoshop en esta obra)
Mi intención es crear ventanas hacia la naturaleza mágica de mis retratados, invitar a otros a asomarse a los mundos internos de personas que viven en contacto directo con sus maestros internos, que recorren su camino.
La imagen que ilustra esta entrada es un autorretrato que hice en febrero de 2013. Bueno, no es que yo esté muy en contacto con mi maestro interno que digamos (falta muuucho)… Más bien, esta foto es la mirada a una persona que tiene luz y oscuridad, mi espejo… Además, lo hice para practicar la técnica fotográfica 😉
A continuación, publicaré nuevamente una entrada con reflexiones en torno al doble energético, importantes para disfrutar más esta obra.
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Para los toltecas del antiguo México, el Universo consta de mundos paralelos llamados Tonal y Nagual, material e inmaterial, respectivamente. En el tonal, nos relacionamos con nuestros sentidos del cuerpo físico; pero para el nagual se debe desarrollar lo que llamaron “la segunda atención”. Esto no era más que la conexión con la cual los brujos pueden lograr las hazañas más impresionantes, tales como clarividencia, viajes astrales, transformación física en animales de poder (conocida míticamente como nagualismo) y mucho más. Estas facultades eran el resultado de acumular poder, energía, sabiduría; un tipo de inteligencia que no es intelectual si no más bien corporal, multidimensional. Alcanzaban esto trabajando en el ser interno con disciplina y perseverancia hasta hacerse consciente de su naturaleza mágica. Los cuerpos energéticos -proyectados e ilimitados- de hombres y mujeres de conocimiento eran llamados “Seres dobles” por Don Juan, el chamán que guió a Carlos Castaneda. El brujo decía que todos tenemos un doble, pero había que alimentarlo.
Los toltecas no fueron los únicos en desarrollar ideas en torno al doble humano. Los antiguos egipcios decían que teníamos un cuerpo energético, un doble ubicado en el espacio intermedio entre el físico y el espíritu. Le llamaron Ka y sostenían que éste era el responsable del poder y la magia, el que guardaba el misterio de la vida. Era desde el Ka que venía la fuerza vital de cada órgano del cuerpo físico, la claridad intelectual y la energía sexual. Durante los ritos y ceremonias de iniciación en los misterios egipcios, pretendían que las personas se dieran cuenta de lo que representaba el doble: la conexión con la energía vital que conforma todo el Universo. Creían que si se alcanzaba un conocimiento específico, podían actuar en armonía y control pleno de su Ka, constante y sostenidamente. Obtendrían innumerables beneficios de esta parte de su ser, tales como larga vida, poder personal, energía creadora y mucho más. “El que tiene conocimiento crece gracias al poder del Ka”, decían. Era un camino de desarrollo espiritual que iba llevando progresivamente a los iniciados por distintos estados alterados de conciencia hacia la iluminación. Pero este privilegio era reservado sólo para los reyes y su élite sacerdotal, con muy pocas excepciones.
Por alguna razón, antes de leer acerca del doble egipcio o chamánico, o de otras escuelas de sabiduría que enseñan acerca de él, ya sabía yo acerca de su existencia. Más bien, había escuchado varias historias. Sabía de personas que eran vistas por otras a miles de kilómetros, cuando realmente estaban en otro lugar. Durmiendo o despiertos, se proyectaban en otros lugares. Escuché de sanadores y terapeutas que brindaban asistencia a sus pacientes a través de «sueños» muy vívidos. Incluso, conozco un par de cuentos del llano venezolano en el que viejos curanderos eran temidos porque habían demostrado convertirse a conveniencia en lagartija o tigre, o viajar cientos de kilómetros en minutos sin usar vehículos.
Mientras avanzaba en el proyecto fotográfico, fui identificando que era común este tipo de historias en los retratados. Contaban que eran vistos por otros en lugares distintos a los que se encontraban. No se daban cuenta de esa dualidad o no le prestaban mayor atención. Siempre eran terceros los que comentaban «ayer me fuiste a visitar», «gracias por las palabras amorosas que me dijiste en la clínica», «te vi mientras me apoyabas con este problema. Muchas gracias». En todos los casos era sorpresa para ellos mismos.
Castaneda decía que el doble puede llegar a hacerse independiente y auto consciente, con aspectos tomados de nuestra personalidad. En una entrevista explicó que «nuestro ser soñado tiene muchas aplicaciones. Puede trasladarse en tiempo cero al sitio que tú quieras y averiguar cosas. Incluso puede materializarse, creando un doble visual, algo que otras personas pueden ver, ya sea que estén dormidas o despiertas. Sin embargo, sigue siendo una mera apariencia, no tiene funciones corporales. Un ser humano lo ve como persona, pero un animal lo vería de otra forma.»
Completa la entrevista Castaneda diciendo que los brujos del antiguo México, «al proporcionar autonomía y propósito a su doble, están preparándose a permanecer conscientes después de la muerte. Cuando ese cuerpo está completo y llega el momento, la conciencia abandona definitivamente la cáscara humana, el cuerpo físico se marchita y muere, pero el sentido de ser continúa.»
Sinceramente, creo que en estos tiempos hay muchas personas, y cada vez son más, quienes despiertan a esas habilidades multidimensionales, viviendo cosas increíbles tanto en este mundo material como en otros mundos, otras dimensiones.
Para esos maestros va este blog