Hay algo en el cacao que no se explica solo con ciencia.
No es solo una semilla ni una bebida deliciosa. Es una medicina del corazón.
Y su regreso a nuestras vidas no es casualidad.
Un llamado ancestral que despierta en nuestro tiempo
Para las antiguas culturas mayas, toltecas y olmecas, el cacao era mucho más que alimento. Era el centro de los rituales comunitarios: el fuego donde la tribu se encontraba para bailar, sentir, sanar y amar.
Ellos sabían lo que hoy apenas estamos recordando: el cacao abre el corazón y nos recuerda quiénes somos.
Hay una profecía que habla de este tiempo. Dice que cuando las ceremonias de cacao regresaran al mundo, la humanidad estaría lista para un nuevo ciclo.
Y esa visión se entrelaza con otra: la profecía del Águila y el Cóndor. Cuando el Norte (la mente) y el Sur (el corazón) vuelen juntos, comenzará una nueva era.
¿Casualidad que cada vez más personas en Occidente sienten el llamado del cacao? No. Es la señal de que estamos volviendo a casa, integrando cabeza y corazón, cielo y tierra.
La historia de Mada y el cacao que habla
Mada Espinoza conoció el cacao en 2021, en una ceremonia en Chile. La planta le habló:
“Es tu turno de compartir mi medicina.”
Y ella escuchó.
Regresó a Venezuela, tierra de algunos de los mejores cacaos del mundo, pero donde casi no existe cultura ceremonial. Su misión: sembrar en su país esta medicina ancestral, y con ella, una nueva forma de vivir.
El cacao la guió en su propio camino de sanación: equilibrando sus energías femenina y masculina, recordándole que no estaba sola. Y eso es lo que comparte con otros: la fuerza de una medicina que te conecta contigo, con tu clan y con la vida.
El cacao, un elemental que acaricia tu corazón
El cacao es sutil. No te saca de tu centro, no es alucinógeno. Al contrario: te enraíza, te trae a presencia.
Su teobromina estimula el corazón de manera suave, mientras limpia y derrite las corazas emocionales que fuimos creando para sobrevivir.
La mazorca de cacao lo simboliza perfectamente: por fuera, una cáscara dura; por dentro, una fruta tierna.
Así estamos muchos: escondiendo la sensibilidad que necesita salir para poder sanar.
Cuando compartimos cacao, bajamos las defensas, abrimos el pecho, nos sentimos contenidos por la tribu. Y desde ahí surge algo profundo: la capacidad de sentir y crear con sentido.
Un recordatorio y una responsabilidad
El cacao no cae solo del árbol: hay que cosecharlo, es decir, el humano tiene que acercarse y tomar el fruto.
Igual pasa con nosotros.
Nadie hará por ti tu propio proceso de maduración emocional y espiritual.
Pero no tienes que hacerlo en soledad. El cacao y su comunidad son un abrazo en el camino.
Si quieres tener la experiencia de una ceremonia de cacao, inmersión en hielo, y la sanación profunda de las limitaciones para tu proceso de materialización, entonces, te espero en el Retiro Materializa que haremos del 26 al 29 de septiembre en Posada Amarama, Bejuma, Carabobo. Entra aquí si quieres más información.
La verdadera revolución no está en hacer más. Está en sentir más.
Sentir para recordar que tu corazón es sabio, que tu vulnerabilidad es fuerza y que, aunque puedes solo, no tienes por qué estar solo.
El retorno del cacao es el retorno de nuestra humanidad sensible.
La invitación está hecha: ¿te atreves a abrir el corazón y recibirla?