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Iván Naranjo - 2012

El otro Nicodemo

Iván Naranjo (2012)

“Mi problema siempre fue el ver. Yo peleé mucho conmigo mismo porque quería ver, tener visiones, y no veía nada.” Iván Naranjo no se refería a la visión natural de cualquier persona. Él quería ver otros mundos, otras realidades, pero no podía.

Uno entiende el amor a sus libros antiguos, códigos, jeroglíficos y piedras, con cada detalle en la casa de Iván. Naturaleza viva, cuarzos, geometría sagrada, antigüedades, botellas, madera y gres. Curioso autodidacta para todo, quiso estudiar arquitectura, pero terminó titulándose en Administración de Empresas. No le hacía falta, uno opina, cuando se entera que su hogar, y toda la magia alrededor, la ha hecho él mismo. Fascinante. Lo de ser artista fue un sueño que decidió cumplir el día en que cortó de plano con el mundo de oficina en el que estuvo encerrado varios años.

Llegó a ser muy escéptico, pero dormían en él miles de secretos sagrados junto a una pasión por los símbolos y la geometría. Estudios en diversas técnicas le dieron forma a un estilo que ha vendido muy bien en ferias artesanales de Caracas. Alguien una vez le sugirió elaborar piezas con intención autoral, más grandes, y le hizo caso.

Luego de varias exposiciones individuales en galerías y un empleo en un espacio de arte en el Hatillo, comenzó su viaje iniciático; el viaje hacia adentro. Hizo el camino del artista que se lanza al misterio, hacia la consecución de una obra. Conceptualizó la creación de una serie de esculturas sobre arquetipos ancestrales. Sabía que serían doce piezas, sólo eso. Y comenzó a trabajar.

Paralelamente, junto a su terapeuta, vidente y experta en regresiones, hizo el proceso interno. Ella podía ver los otros planos cuando él no. Le comentó mucho antes de todo: “Ese trabajo se va a exponer afuera. Tiene códigos de sanación importantes”. Y así fue. Se presentó en Perú en el 2007. “La búsqueda es hacia adentro. El camino es hacia adentro” dice Iván luego de haberlo recorrido, claro, pero en aquel momento no entendía cómo hacerlo.

Cada Códice que terminaba, así llamó a las esculturas, lo dejaba más liviano. Luego lo colgaba en una pared de su casa. Se daba cuenta cómo las personas que veían esas piezas de metro y medio de alto, se conectaban de una forma especial. Habían energías vinculadas a los arquetipos que él mismo no manejaba conscientemente, pero que estaban allí y eran transmitidas a las personas.

En una oportunidad, prestó su casa a unos amigos para una reunión. Una bailarina que hacía una performance, tropezó una pieza y esta cayó al piso, rompiéndose. El nombre de la pieza era Nicodemo ¿Cómo puede sentirse un artista que dura meses para hacer una obra mientras la ve caer lentamente hacia la destrucción? Rabia. Frustración. Rechazo. No la quería más. Decidió desmembrar la pieza y utilizar sus partes en otros proyectos.

“No puedes hacer eso. Tu has matado a este hombre. Lo has encerrado en un ataúd. Debes resolver eso o nada funcionará. Cierra el ciclo”. Lo detuvo tajantemente su terapeuta.

No podía entender.

Pasaron meses sin querer abordar el asunto hasta que un día decidió meter a Nicodemo en el quirófano. Lo desmembró, ciertamente, a martillazos. Lo volvió a construir. Esta vez, sin sus limitaciones previas, sin las estructuras con las que lo había atado la primera vez.

Se dejó llevar.

“Así eres, así te he visto”, fue lo que dijo cuando lo terminó, pero no sabía por qué.

En su siguiente cita, su maestra espiritual le dijo al llegar: “Tengo algo para ti” y le mostró una imagen que no había visto nunca, o por lo menos no en esta vida. Quedó sin aliento. Nicodemo, esa escultura de madera que había vuelto a nacer con geometría sagrada y símbolos egipcios, tenía una hermana gemela de cuatro mil años de edad en el templo de Abydos en Egipto. Era exactamente igual ¿Cómo pudo ser?

Iván tuvo que abandonar el escepticismo y aprender a creer ciegamente, como el otro Nicodemo, el maestro fariseo que estuvo con Jesús de Nazareth y también creyó en él. “Entendí que uno forma parte de un plan, que es guiado. Te van llevando. Luego de eso, empecé mi trabajo más formal y asumí mi compromiso espiritual.”

“Comencé a ver.”

Texto e imagen: Leonardo Azarak

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En este retrato hay una sola persona. No, no estás viendo doble ni son morochos. Si quieres conocer más acerca de esta obra fotográfica o del concepto de dobles, haz click, respectivamente.

Esta publicación es la primera entrega de un proyecto que estoy llevando a cabo durante todo el 2016. La idea es publicar una semblanza semanal conformada por un retrato y un texto. El proyecto #MultidimensionalidadVenezolanaUnRetratoALaSemana pretende brindar una mirada llana sobre personas cuya realidad trasciende las fronteras de la materia y se hace mágica. Existen patrones comunes en una miríada de experiencias aparentemente disconexas, personas que no se conocen, pero que en verdad están profundamente vinculadas más allá de lo personal.

Quizá te interese saber más acerca de los talleres vivenciales  #CaminosCuánticos: “Activando tu Doble Energético”, que vengo realizando a lo largo del 2014, 2015 y 2016. Aquí puedes tener la experiencia de sanación y toma de conciencia necesaria para reconocer y comunicarte con ese doble cuántico que tú también tienes. Hemos estado compartiendo un montón de conocimiento vivencial a través de terapias, técnicas y ejercicios, gracias a lo vivido con esta obra fotográfica.

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Gracias de antemano.

Esta entrada tiene 3 comentarios

  1. Roselia

    Leo, que buen texto, que buen material. Me alegra saber que has decidido entregarte… buen viaje!

    1. leoazarak

      Mi querida Roselia, esta entrega ha sido, ya lo sabes, como lanzarme en paracaídas… no sé si se abrirá algo o no, pero los últimos años han sido una demostración de la hermosísima trama y urdimbre que se teje con nuestros caminos y vidas, nuestros corazones y sueños… espero que el tejido conforme una buena hamaca para aguantar mi aterrizaje 😉

      1. Roselia

        ahajajaj! creo que mas bien, para aguantar el impulso de tu despegue total en este vuelo magico

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