Hoy quiero compartirte una experiencia que me conmovió profundamente. Una sesión con Laura Martínez, una mujer luminosa que participa en el Programa Kamino, me recordó lo esencial:
el cuerpo nunca miente.
Laura es veterinaria. Su vida transcurre entre urgencias, pacientes y un reloj que no se detiene. Como ella misma dice:
“Trabajo todo el día, a toda hora. Siento que mi vida está en llamas todo el tiempo.”
En medio de ese caos, su alma pide algo más: tiempo para su propósito, espacio para crear cosas bellas, para el arte, para descansar, para vivir con más calma y aportar a la nueva humanidad.
Un bajón inesperado
Días después de una sesión poderosa, Laura me escribió preocupada porque se sintió fatal:
- Se durmió casi desmayada.
- Tuvo un dolor de cabeza intenso.
- Al día siguiente no pudo trabajar, algo inédito en ella.
- Sentía presión alta y una serie de síntomas físicos alarmantes.
Se preguntaba si, al hablar del corazón, habíamos destapado algo físico en su sistema cardiovascular.
Mi respuesta fue clara:
“No es para asustarse. Es para escuchar más profundo.”
Lo que parece crisis, a veces es sanación
Le expliqué que nuestro cuerpo no está separado de nuestra mente ni de nuestra alma.
Todo lo que vivimos —pensamientos, emociones, memorias— se imprime también en el cuerpo.
En biodescodificación, entendemos esta realidad desde la tripolaridad:
- Psique
- Cerebro
- Órgano
Tres dimensiones que actúan simultáneamente ante cada experiencia.
Y cuando un evento nos toma por sorpresa, lo vivimos con drama o en soledad —lo que llamamos un Bioshock—, el cuerpo activa un programa automático de supervivencia.
Esto tiene base en las 5 Leyes Biológicas del Dr. Hamer:
la enfermedad no es un error, es un programa biológico inteligente, diseñado para ayudarnos a sobrevivir.
De la alerta constante al descanso necesario
Laura llevaba años con estrés, en alerta, en simpaticotonía: un estado del sistema nervioso que nos mantiene en acción, urgencia.
Cuando en una sesión como las que realizo se libera tensión, se comprende algo profundo o se suelta una carga emocional, el inconsciente biológico sale del conflicto y el cuerpo entra en vagotonía:
el modo de descanso, reparación, sueño.
El dolor de cabeza pulsante, el cansancio repentino, el “bajón”…
Todo eso no es un problema.
Es un ajuste profundo, una señal de que el cuerpo finalmente puede aflojar y repararse.
Y sí, a veces la vagotonía se siente fuerte, sobre todo si hemos pasado mucho tiempo en tensión. Pero es parte del proceso.
Escuchar el cuerpo, confiar en el alma
Lo que vivimos con Laura es algo que veo a menudo:
El cuerpo descansa cuando el alma se alinea.
Y a veces, ese descanso llega con síntomas. No para alarmarnos, sino para mostrarnos que estamos en el camino de regreso a casa.
Su historia es un espejo de muchas otras.
Tal vez también tú has sentido que algo en tu vida va demasiado rápido, que tu corazón pide pausa, pero tu agenda no lo permite.
Si es así, recuerda esto:
- Tu cuerpo sabe antes que tú.
- Tus síntomas no son errores: son mensajes codificados del alma.
- El descanso no es un lujo. Es una puerta a la paz que tanto buscas.
Si estás en ese punto de inflexión…
…donde el cuerpo empieza a gritar lo que tu alma susurra, tal vez es momento de parar, respirar y dejarte acompañar.
En el Programa Kamino trabajamos precisamente eso: unir cuerpo, alma y propósito en un mismo camino.
Uno donde la ciencia, lo simbólico y lo espiritual se abrazan.
Si sientes el llamado, aquí estoy.
Infinitas bendiciones, Leo