En el episodio 30 de La escuela del todo reflexioné sobre el perfeccionismo espiritual y el miedo al éxito, entre otras cosas, y cómo afectan nuestra relación con la materialización de la abundancia.
Es posible que estés sufriendo del sinsabor del “eterno sanador de la prosperidad”: un cansancio por haber trabajado tanto en tu mundo interior —meditado, sanado, peregrinado por incontables cursos, ido a cientos de ceremonias de yagé— solo para mirar tu cuenta bancaria y sentir que ella no se ha enterado de tu transformación.
Es la frustración del visionario que tiene un mapa del tesoro, pero siente que su barco no tiene timón.
Si alguna vez te has preguntado en silencio: «¿Qué más me falta? ¿Hay algo roto en mí?», sigue leyendo.
Porque la respuesta que tu alma busca no está en «sanar más», sino en comprender la trampa sutil que te ha mantenido inmóvil.
Yo también estuve en ese naufragio.
Me refugiaba en las nubes de la espiritualidad, soñando un mundo luminoso mientras mi realidad material se encogía en mi propia oscuridad.
La sutil trampa del «Guerrero de la luz» perfecto
En nuestro camino, nos contaron un mito: que para materializar nuestros sueños debíamos alcanzar un estado de vibración impecable. Siempre positivos, siempre en luz, sin miedos, dudas o un solo pensamiento negativo.
Esta es una de las trampas más elegantes (e inútiles) del ego espiritual. Es procrastinar desde la espiritualidad. Esa voz que te susurra que no puedes lanzar tu proyecto hasta no sanar «ese último trauma» o que no puedes mirar tu cuenta bancaria con paz hasta vibrar en «abundancia perfecta».
Esta exigencia nos lanza a una guerra interior silenciosa: la batalla entre ser «fuerte» o ser «sensible».
Te pones una armadura impenetrable perdiendo tu corazón, o te vuelves tan poroso que pierdes tu dirección por miedo a no ser validado.
En ambos casos, te fragmentas.
El vértigo a tu propia grandeza
Aquí es donde el nudo se aprieta. Esa presión por ser perfecto enciende el miedo inconsciente al éxito.
¿Cómo vas a mostrarte al mundo si cualquier acción real podría exponer tu «imperfección» humana?
El miedo a brillar nace de ese vértigo. Temes convertirte en «demasiado»: demasiado visible, demasiado llamativo, demasiado criticable.
Este miedo a menudo tiene raíces profundas en nuestro árbol genealógico. Muy posiblemente la persona tenga una neurosis de fracaso.
Un éxito «muy grande» puede sentirse como una separación insoportable del clan, como si al brillar traicionáramos la historia de quienes vinieron antes. Puede haber culpa, no merecimiento, una inconsciente orfandad simbólica, si llegas a superar a esos ancestros.
Pero escúchame bien: Tu alma no vino a repetir ciclos de escasez de las generaciones pasadas. Tú puedes salir de allí integrando las partes perdidas de tu alma. Puedes realizarte con esplendor y autenticidad, siendo tú, liberándote del pequeño destino repetitivo de la familia.
Tu grandeza no tiene que ser una amenaza para el clan; puede ser una invitación. Puedes brillar con la coherencia de tu ser, sin atropellar a otros y sin quedarte corto. Puedes hacerlo incluso en honor a ellos (es una buena excusa para hacerlo diferente).
El camino es la integración
La verdadera manifestación no nace de la perfección, sino de la integración.
La vida no te pide que elimines tus miedos. Te pide que los tomes de la mano y camines con ellos.
La vida se mueve cuando te permites actuar incluso con miedo, con dudas y con partes de ti que todavía están sanando.
Tu fuerza y tu sensibilidad no son enemigas; son las dos alas del mismo pájaro. Tu sensibilidad te conecta con lo humano, con el corazón de los otros.
Tu fuerza te da la dirección para volar alto. Permitir que dancen juntas es recuperar tu poder.
Poner tu vulnerabilidad en el centro, con respeto y coherencia, es el acto de poder más grande que existe.
De soñar a materializar
Si estas palabras resuenan en tu corazón, si sientes que es hora de soltar la carga de ser perfecto para abrazar el poder de ser real, no es casualidad que estés leyendo esto.
Tu estancamiento no es un fracaso. Es el llamado de tu alma para que construyas el timón que te lleve a navegar hacia tus sueños.
Por eso he creado Materializa: un laboratorio vivencial de tres días para recorrer las cuatro fases de la materialización.
No es un curso más; es un viaje profundo para desbloquear tu ser a través de herramientas como la rueda medicinal, la biodescodificación y el chamanismo.
Un espacio sagrado, sostenido por la energía de la tribu, para que vivas el cambio que tu alma busca.
Este es el momento de soltar lo heredado para recordar tu grandeza.
Tu vida cambia cuando pasas de soñar a materializar.
Atrévete a navegar con todas tus partes integradas. El mundo está esperando el tesoro que solo tu brillo puede ofrecer.
Infinitas bendiciones.
Si quieres información sobre el retiro Materializa que haremos del 26 al 28 de septiembre en Posada Amarama, haz clic aquí.
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